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Un Guajiro de lo más natural

Un Guajiro de lo más natural Pueden haberlo bautizado como Fernando Borrego Linares, el 5 de junio de 1955, cuando nació en las intrincadas elevaciones de la Sierra del Rosario, en la occidental provincia de Pinar del Río. Sin embargo, de esa forma no lo llamaron nunca ni siquiera sus familiares, quienes desde pequeño lo apodaron "Polo". Y mucho menos desde hace unos pocos años, cuando un amigo tuvo la ocurrencia de cambiarle los dos apellidos por uno solo: Montañez, sin acento en la E y con Z al final, pero como todo un homenaje a sus montañas natales.

Y así se quedó para siempre, como Polo Montañez, en el corazón de 11 millones de cubanos y otros cientos de miles de colombianos, mexicanos, españoles, belgas, portugueses, franceses, italianos o suizos, a los que atrapó con la profunda sencillez de sus composiciones musicales, creadas e interpretadas de la manera más ingenua, sincera, noble y simpática del mundo.

Nadie podría haberle dicho a este humilde hijo de carbonero, en sus primeros años de vida, que iba a alcanzar la fama artística, casi sin proponérselo. Aquello era en la zona de La Brujita, un remoto y entonces abandonado paraje serrano, donde dicen que el diablo dio las tres voces y nadie lo escuchó.

Pero el diablo será el diablo, y Polo es Polo, y a Polo sí lo escuchaban sus parientes más cercanos y los amigos de la serranía, quienes junto a él cantaban los fines de semana hasta el amanecer, acompañados por el acordeón de mamá y el tres de papá, para alegrar las pocas fiestas caseras y de algún que otro vecino cercano. Cuentan que Polo era el que más cantaba. Cantaba y cantaba, y también reía, siempre reía.

UNA CARRERA ARTÍSTICA

En 1994, Polo al fin se decidió a jugar para ganar y formó una pequeña agrupación con familiares y amigos, con la cual amenizaba los almuerzos y cenas en el restaurante de la Comunidad Turística Las Terrazas, en la propia Sierra del Rosario, hoy Reserva de la Biosfera y hermoso punto de la geografía cubana, enclavado en la zona montañosa del municipio pinareño de Candelaria, donde por existir curiosidades hay hasta una pequeñísima orquídea silvestre, que solo crece allí, y a la que denominan científicamente Bletia Purpúrea.

Le pedían que compusiera, pero no se decidió hasta algo después, cuando el presidente de una casa disquera europea viajó a Las Terrazas, en su afán de captar talentos desconocidos de la música cubana para trabajar con ellos. Polo Montañez le entonó tres temas al empresario, y eso fue más que suficiente para suscribir inmediatamente el contrato y comenzar a grabar igual cantidad de CD.

Nacía así un fenómeno insólito, una locura musical capaz de movilizar a más de un millón 300 000 cubanos en conciertos por toda el país, y de ganar un Disco de Oro y dos de Platino en Colombia, donde aún sus interpretaciones ocupan los planos estelares del hit parade.

Polo Montañez componía mientras caminaba por su terruño, aunque confesó que no sabía leer ni escribir partituras musicales. Empezaba a cantar y el grupo le caía atrás, y eso le bastaba para alcanzar un montón de estrellas, como dice una de sus creaciones.

Fumador de Habanos y bebedor de cervezas y rones, decía preferir el vino blanco para cuidar su voz bien timbrada, rítmica y melódica.

Y fueron esta musicalidad y el contenido popular de sus letras, en las cuales refleja aspectos comunes a todos los seres humanos, los elementos que lo elevaron a las cumbres de la fama, la cual jamás lo apartó de su modestia, reflejada en uno de sus más de 100 textos llevados al pentagrama:

"Cuando esté en el cielo,
cuando esté en la cima,
miraré desde abajo
como el ave que quiere volar..."

Sones, boleros, guarachas, bachatas, guajiras, vallenatos y otros ritmos cubanos y caribeños fueron compuestos e interpretados magistralmente por Polo Montañez, este humilde hombre fallecido el 26 de Noviembre del 2002, a consecuencias de los graves traumatismos craneoencefálicos, sufridos el 20 de ese mes en un accidente del tránsito, cuando se dirigía a su casa, tras una presentación en las afueras de La Habana.

Polo Montañez comenzó como profesional a los 42 años de edad y la muerte se lo llevó cinco años después, sin darle tiempo para disfrutar a plenitud de sus éxitos y privándonos de deleitarnos con su gracia ante el público, del cual se adueñaba con los primeros acordes de su guitarra.

Dejó en el mercado dos de los tres CD contratados: Guajiro Natural y Guitarra Mía, y una estela de cariño, admiración y respeto, que supo ganarse a golpe de espontaneidad y de cubanía.

Se fue Polo Montañez hace ya cinco noviembres, pero quedan su arte y su recuerdo, grabados en el imborrable CD de la memoria de todo un pueblo, que siguió minuto a minuto los partes médicos sobre la gravedad de su estado tras el accidente y lo lloró sinceramente, sin que mediara convocatoria alguna.

Se fue Polo Montañez, pero no hacia otro país, como pretendieron algunos, a regodearse en los laureles de su fama y a hablar mal del suyo, sino hacia lo más hondo de la tierra del mejor tabaco del mundo, la de los altos pinares y las orquídeas silvestres que lo vieron nacer, crecer y morir como lo que siempre fue y que él mismo cantaba en el tema que le da título a su primer disco compacto: Un Guajiro Natural... ¡¡No te equivoques...!!

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